Jornada Mundial del Enfermo en el Hospital Santa Maria della Pietà

Con motivo de la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo que celebramos el próximo viernes 11 de febrero, Vatican News, portal de información de noticias proporcionado por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, hace eco de la especial celebración del sínodo que se llevará a cabo en el Hospital Santa Maria della Pietà de Casoria, de los religiosos Camilos de Nápoles.

La apertura del «Sínodo en la sala», el 11 de febrero, estará marcada por momentos de oración y la celebración de la Eucaristía presidida por el arzobispo de Nápoles, monseñor Domenico Battaglia. El hermano Carlo Mangione religioso camilo, director del Hospital Santa Maria della Pietà de Casoria, subraya que la Jornada Mundial del Enfermo nos ayuda a comprender que las personas que sufren «representan la presencia viva de Jesús».

«Junto con la Eucaristía los pobres y los enfermos, son también la presencia real de Jesús: son para todos nosotros el camino de nuestra santificación, una oportunidad para nuestro crecimiento espiritual». «Nuestra familiaridad con ellos nos hace ejercer la Misericordia, aprendiendo a ser tan misericordiosos como el Padre».

Igualmente, el reportaje recoge el testimonio del hermano Carlos sobre el papel de los religiosos camilos en este largo tiempo de pandemia: “Nos hemos sentido como una gran familia, estábamos todos en conexión con el personal sanitario y el mundo del voluntariado. San Camilo quería tener 100 brazos para aliviar el sufrimiento de tantos hermanos enfermos. Los trabajadores sanitarios fueron y son en todo momento en las salas los 100 brazos de San Camilo que, después de más de cuatro siglos, siguen viviendo su mensaje y su enseñanza.

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Comunidad Sanadora

Luciano Sandrín, sacerdote religioso Camilo, con más de 30 años de experiencia docente enseñando sobre el cuidado del enfermo, ha escrito con la editorial Sal Terrae «Comunidad Sanadora. De la pastoral de la salud a la salud de la pastoral.»

En este libro nos invita a profundizar en una de las misiones fundamentales de la iglesia, directamente explicitada en el evangelio; la misión de servir a los enfermos. Nos ayuda a renovar este ministerio eclesial del que aquellos que los ejercen directamente son los primeros representantes; pero también debe ser contemplado por toda la comunidad para transformarse en comunidades que cuidan. Empezando por las comunidades religiosas que viven la fraternidad como principio, las parroquias, institutos seculares y movimientos; han de poner en el centro de su acción pastoral el cuidado.

Este cambio de paradigma nos lleva a una experiencia clara del evangelio que nos pone en camino de la construcción del Reino y la misión de Dios para su iglesia. Sandrin nos invita a revisar nuestra acción pastoral paso a paso desde la transversalidad del cuidado, fundamentado teológicamente esta reflexión.

Os invitamos a vivir con profundidad la vocación de cuidado de toda la iglesia y los agentes de pastoral; a reflexionar con ayuda de este libro la profundidad espiritual y teológica de esta dimensión de la identidad de la iglesia.

He creído en el amor

Esta Semana Santa es tiempo de profundidad y de renovar la vocación y el sentido de la entrega de nuestra vida, P. Franklin; religioso Camilo de la comunidad de Tres Cantos comparte en somos CONFER el testimonio de su ministerio.

Compartimos con todos esta reflexión que pone en el centro la vocación del cuidado inspirada por el carisma camiliano que se encarna en los Religiosos Camilos:

He creído en el amor

Me ha movido y me mueve el amor hacia el otro, los otros. Durante este tiempo de pandemia, he acudido y respondido con diligencia a las necesidades de los afligidos y débiles; reconociendo en ellos la imagen del mismo Cristo pobre y sufriente. Este Cristo que tiene sed, que tiene hambre, que necesita ser consolado, visitado, vestido, hospedado. En medio de estas necesidades durante este tiempo de pandemia he sido llamado y enviado a ser canal de misericordia en medio de este mundo roto.

Naturalmente, me asaltó la bestia más feroz sobre la faz de la tierra, los temores, los miedos, que los asumo como inherentes a mi condición humana. La soledad la he vivido como oportunidad y tal como decía Schopenhauer, es “una suerte para los grandes espíritus”, ya que me ha facilitado la oportunidad de encontrarme conmigo mismo, para cultivar mi interioridad, la creatividad y el sentido. A más de uno nos suena la canción Resistiré, que se volvió popular durante el tiempo más mortífero y cruel de la pandemia. En mis oídos resonaba particularmente esta frase: “Aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”. Para mí es el realismo y la esperanza de este tiempo.

Durante este año, he conjugado con mayor intensidad el verbo acompañar y todo lo que implica esto. Sí, acompañar como una “madre que, mirando a los ojos a su hijo, sabe lo que necesita y le acompaña”. Vivo el acompañamiento como una forma de vivir y de ubicarme en la vida. Me siento parte de este pueblo paciente y lo acompaño en su gozo, tristezas, esperanzas. Porque estoy convencido de que sentir que hay otros a tu lado
y con los que puedes hablar, hace la vida más agradable, más cercana, más humana. No olvido que quien está enfermo, en duelo, en crisis, necesita luz, calor, desahogo, escucha, acompañamiento, sentido y fe. Acompañar para mí supone que yo reconozco al otro como mío y que el otro me reconoce a mí como suyo. El otro conoce el tono de mi voz, no es tanto el discurso que yo digo sino cómo lo digo, la autenticidad vivida con enfermos al final de la vida, en tiempo de pandemia, algunos con el virus. Con algunos enfermos, tomándolos de las manos, sosteniéndolos con la mirada, he recitado el salmo que dice: “El Señor es mi pastor nada me falta, que, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú estás conmigo, tu bondad y tu amor me acompañan todos los días de mi vida…”. ¡Cómo no recordar a tantos rostros, de personas al final de la vida que rezaban junto a mí este salmo! Y cuánta verdad que, cuando uno pasa por cañadas oscuras, no ve al
pastor, no ve al acompañante, pero sabe que está allí, porque el calor, el golpe del “bastón” en el suelo, le hace descubrir que él/ella no está solo/a, sino que el pastor está al lado en un momento de la vida de mucha soledad, enfermedad, muerte, duelo, miedo y, sin embargo, la experiencia de saber que no está solo es lo que le permite avanzar en medio de la dificultad.

De san Juan de la Cruz a Casaldáliga

Acompañar, cuidar, con amor al “igual que lo hace una madre cuando cuida a su único hijo enfermo”, es un desafío humanizador para mi vida y un renovar mi profesión de servir a los enfermos y sus familias incluso con el peligro de mi propia vida. No en vano, al acompañar a los otros resuena en mis oídos las palabras de san Juan de la Cruz en su cántico espiritual: “La
dolencia de amor se cura con la presencia y la figura”.

Quiero recordar a un hombre humilde, sencillo, entregado al servicio de los más desfavorecidos, de nombre Pedro y apellido Casaldáliga, que falleció en plena pandemia, el 8 de agosto de 2020, un humanista de entrañas humanizadoras que se pregunta por el juicio final. Y en uno de sus bellos poemas se responde lo siguiente: “Al final del camino me dirán, ¿has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”. En un lateral que hace de frontispicio del Centro San Camilo donde soy capellán, se recoge una frase de otro gran humanista de entrañas humanizadoras, Camilo de Lelis, que invita a poner “más corazón en las manos”. Es una tarea de todos, ¿te animas a poner corazón en la manos, corazón en los labios?

 

Cuidar desde la fraternidad

Continuamos con la reflexión en el marco de la jornada Mundial del Enfermo en San Camilo. Poner el foco en las personas mayores que viven en residencias y cómo nos planteamos su atención es fundamental para los religiosos Camilos.

La fraternidad como manera de ofrecer y cuidar a los enfermos es un modo de situar también a Cristo en medio de esta acción.  Desde esta profundidad del carisma camiliano estamos construyendo espacios de convivencia que ayuden a dignificar y dar una atención integral a los residentes.

En estos espacios se comparte desde el formar comunidad que comparte hogar, planteando temas desde los que dialogar y aprender juntos. Reflexionando sobre la enfermedad, la experiencia de Camilo de Lelis, la sabiduría de cada residente y su experiencia; preparando las celebraciones y compartiendo la oración.

Estas acciones humildes realizadas con actitud de servicio son de gran valor para fomentar el cuidado de nuestro mayores y promover la cultura del cuidado. Continuamos con estas acciones con mucha ilusión y compromiso con nuestros mayores; caminando y aprendiendo juntos.