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11/05/17

Mensaje del Superior General en el III Encuentro de Párrocos y Rectores de Iglesias de los Religiosos camilos.

Del 19 al 23 de abril en el Centro Santa Fe de san Pablo (Brasil) de los Religiosos camilos de la Provincia de Brasil se realizó el III encuentro internacional de Párrocos y Rectores de Iglesias de los Religiosos Camilos donde participaron 48 personas entre religiosos camilos y colaboradores laicos.
En la sesión Inaugural el P. Leocir Pessini, Superior General de la Orden, ha participado con una reflexión que queremos compartir.

Mensaje del Superior General:

En nuestra historia de más de 400 años, el hospital ha sido siempre considerado como el lugar privilegiado, prácticamente único y exclusivo, para el ejercicio del carisma. La importancia de las Parroquias en el ministerio camiliano es una realidad reciente, concretamente a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965).
Nuestra Constitución cuando habla del carisma de la Orden afirma: “Por tanto, el carisma, dado en modo especial a nuestra Orden, y que constituye su índole y misión, se expresa y se realiza mediante nuestro ministerio en el mundo de la salud, de la enfermedad y del sufrimiento. Sin embargo, con el consentimiento de la Consulta General, en especiales circunstancias de tiempo y de lugar, o en respuesta a las necesidades más urgentes de la Iglesia y del prójimo, estamos abiertos a otras formas de ministerio, especialmente en favor de los más necesitados”. (Const. 10).
En lo relativo a nuestro ministerio se evidencian dos aspectos importantes para la interrelación entre carisma, ministerio y parroquia, presentes en los numerales 54 y 57 de nuestra Constitución. “Nuestra Orden se preocupa también por la Pastoral de la Salud en las instituciones eclesiásticas y civiles comprometidas en la asistencia a los enfermos y pobres; y se dedica a animar el mayor número posible de laicos en el amor y servicio a los enfermos”. (C 54) “Unimos nuestras actividades a las de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares. Por lo tanto, en el ejercicio de nuestro ministerio, colaboramos con el Ordinario del lugar, siguiendo sus directrices pastorales, y favorecemos la coordinación y colaboración con otros institutos religiosos, con el clero diocesano, con los laicos y con las asociaciones de apostolado.” (C 57)
“En las parroquias que, a tenor del número 10 de la Constitución, se acepten con el consentimiento de la Consulta General, téngase en gran estima, de modo particular, la Pastoral de la Salud”. (DG 35)
El documento final del 56° Capitulo General de la Orden (Ariccia-Roma, 2007) que tenía como tema de reflexión “Unidos por la justicia y la solidaridad en el mundo de la salud, presentando unas líneas de acción para la Orden en relación al carisma y la espiritualidad, así se expresaba en relación a la parroquia: «Cuando por necesidad, la Orden asume parroquias debería darles un rostro típicamente camiliano, considerándolas como “hospitales abiertos”, donde los pobres y los enfermos merecen el primer lugar, en particular la asistencia domiciliar que san Camilo consideraba “el grande océano” de la caridad, a fin de que estas parroquias lleguen a ser centro de promoción y de animación de la pastoral de la salud».
El 57° Capitulo general (Ariccia-Roma, 3-17 mayo 2013) ha tenido como tema principal “Por una vida fiel y creativa” aprobando al final lo que conocemos como El Proyecto Camiliano: por una vida fiel y creativa. Desafíos y oportunidades. Este Proyecto, que constituye el programa del Gobierno General de la Orden para el sexenio 2014-2020, en sus líneas guía para el ministerio y en relación con las parroquias así se expresa: «En las Provincias camilianas donde hay parroquias se establezcan líneas guía para su ministerio, con el fin de ofrecer un rostro y una identidad camiliana».
P. Innocente Radrizzani, en septiembre del 1922, llega en Brasil desde Italia, acompañado de P. Eugenio Della Giacoma. eran religiosos camilos de la entonces gloriosa Provincia Lombardo-Véneta (hoy Provincia de Italia del Norte). La presencia camiliana en la ciudad de San Pablo, había sido aceptada por el entonces Arzobispo de San Paolo, Mons. Duarte Leopoldo e Silva, con la condición que los Camilos asumieran también el servicio pastoral en una pequeña capilla por la escases de sacerdotes locales que había en el momento. Iniciaron el ministerio en esta capilla en el mes de noviembre 1933. Con el paso de los años ha llegado a ser la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, de Villa Pompeya (1939). Este Lugar es considerado la cuna de los religiosos Camilos en Brasil quienes posteriormente construyeron una pequeña escuela y un ambulatorio que, con el paso del tiempo llego a ser el Policlínico San Camilo y hoy el Hospital San Camilo.
P. Innocente Radrizzani con dedicación, determinación y su visión de futuro, ha abierto este nuevo horizonte ministerial, superando las dificultades iniciales de la nueva misión. En una carta dirigida al Superior general, P. Pio Holzer, fechada el 26 marzo 1926, presentaba la propuesta de crear una nueva comunidad en la ciudad de Santos, para el servicio en los hospitales y para atender/celebrar en una pequeña iglesia, que – como él decía – en el futuro podría ser transformada en parroquia: La parroquia en Brasil no asusta tanto como en Italia (...). Debido a la grave escasez de clero local, es necesario cumplir con los deseos de los obispos, en la medida de lo posible. Lo mismo ocurre con todos los religiosos.
Es interesante observar que en tiempos pre-conciliares, teniendo en cuenta la realidad de las necesidades de la población, estos primeros misioneros camilos han asumido no solo el ministerio en los hospitales, sino también en las parroquias, como urgente necesidad de una colaboración con la Iglesia local. Si el P. Innocente hubiese seguido lo establecido en las disposiciones y la Constitución de los Camilos, que vetaba expresamente cualquier tipo de empeño en parroquia, es muy probable que hoy no existieran los Camilos de la Provincia de Brasil. Se podría hablar de una transgresión responsable, cuando se interpreta el espíritu de la ley constitucional, que solo los profetas y los santos, anticipando los tiempos, saben realizar con tanta libertad y creatividad.
La identidad y la misión de la parroquia camiliana es todavía un gran desafío misionero que hay que alcanzar y actualizar a través de iniciativas pastorales en favor del Pueblo de Dios. Como centro evangelizador vivo y vivificante, célula viva de la Iglesia, la Parroquia camiliana debe perseguir la prioridad – en el contexto de todas sus actividades de evangelización – el mandato de Jesús de anunciar la Buena Noticia del Evangelio y curar a los enfermos. El concepto de parroquia como hospital abierto, tan apreciado en nuestra tradición camiliana, y nuestra presencia samaritana al lado de los enfermos en los domicilio, que son nuestro gran océano (mare magnum), legitiman nuestra presencia ministerial en este sector de la pastoral de la Iglesia.
Nosotros como Camilos no hemos todavía aprendido a trabajar en sinergia con los Laicos, quienes en muchas ocasiones son considerados como simples dependientes en nuestras Instituciones, sin alguna preocupación de parte nuestra de ofrecerles una adecuada formación, cristiana, humana y también camiliana. Corremos el riesgo de seguir las reglas de la economía de mercado sin corazón las y estrategias de chatarra sin corazón y la “economía del descarte”, como frecuentemente denuncia nuestro querido papa Francisco. Afortunadamente para alimentar nuestra esperanza, hay también ejemplos felices de esta colaboración ministerial, que serán de seguro compartidos en este encuentro internacional. Estamos aún muy clericalizados.
Nuestra Constitución afirma que: “Empleamos todos los medios de apostolado, nos ocupamos de la formación ética y de la animación cristiana de los trabajadores sanitarios, y somos fermento de unión entre las diversas categorías”. (C 52), Y también: “Nuestra Orden se dedica a animar el mayor número posible de laicos en el amor y servicio a los enfermos”. (C 54)
El ministerio en nuestras parroquias, rectorías y santuarios es un área de excelencia en la cual estamos llamados a trabajar con los laicos. Seria oportuno, por lo tanto, verificar y discutir sobre qué y cómo estamos actuando en este sector.
Los Camilos tienen el carisma específico de promover la salud y la cura de los enfermos, y entre estos, históricamente, la atención a los que están en condiciones precarias y en la fase terminal de la vida. En el transcurso de la historia, el pueblo nos ha identificado como los Padres de la buena muerte. Por eso, nosotros consideramos que sea fundamental dar una identidad camiliana a las parroquias, a las rectorías, a las iglesias y a los santuarios confiados a nuestra cura pastoral.
¿En qué consiste esta identidad? El Documento de Aparecida (DA), del año 2007, documento programático para toda la Iglesia de América latina y del Caribe, subraya que la maternidad de la iglesia se manifiesta:
“En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa al enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad, se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo acompaña en el tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. (DA 420)
Un religioso camilo empeñado en una parroquia, rectoría, iglesia o santuario, sobre todo en países en vía de desarrollo o en países pobres, debería tener un particular énfasis a la pastoral de la salud en sus tres dimensiones: solidario, comunitario y político-institucional, como ya ha sido indicado a todos los pastores de América Latina y del Caribe en el documento “Discípulos misioneros en el mundo de la salud”. Guía de Pastoral de la salud para América Latina y el Caribe (CELAM, año 2010).
Todos nosotros, religiosos y laicos, como Iglesia en América Latina y el Caribe, somos discípulos misioneros con el desafío de formar laicos en la asistencia sanitaria del pueblo, pero sobre todo para el cuidado de los enfermos más pobres y particularmente en las situaciones de mayor necesidad en el ámbito físico, mental, espiritual, social y económico.
Formar los laicos para que tengan un particular afecto a los enfermos en los hospitales donde ya no hay más espacio para el servicio religioso o existe la capellanía con la presencia de sacerdotes.
Formar agentes de pastoral (ministros extraordinarios de la Eucaristía) para visitar a los enfermos con competencia y alegría, con el fin de animarlos y confortarlos con su presencia eucarística. Igualmente existe el desafío de comprometer de manera especial a los jóvenes en este ministerio, en la perspectiva de promover nuevas vocaciones camilianas.