Actualidad


29/11/13

Mensaje del P. Hubert Goudjinou a los jóvenes en formación

Queridos jóvenes, Dos semanas después del episodio que todos conocemos esperamos en oración la evolución de los acontecimientos, después de varias noches de insomnio y ansiedad, quiero decir unas palabras a cada uno de vosotros que sois la esperanza de los enfermos y de nuestra Orden.
Frente a esta página concreta que se inserta el centenario y luminoso libro de tantos hermanos nuestros, que han seguido los pasos de San Camilo, que han sido capaces de escribir con una entrega sin límites junto a los que sufren, sin duda alguna salen de vuestro corazón una gran cantidad de preguntas: ¿Todavía vale la pena seguir el camino de discernimiento? O ¿Vale la pena consagrar la vida a los enfermos en nuestra familia religiosa? No hay duda de que el terremoto ha sido muy fuerte y entre las personas conmocionadas, no se puede no pensar en vosotros. Escucháis esta noticia en un período especialmente difícil, caracterizado por una cultura de la provisionalidad y por a una gran fragilidad vocacional, por lo que el riesgo de ser influenciados por los acontecimientos aumenta en gran medida. "Hay más ruido por la caída de un árbol que por el crecimiento de todo un bosque". Yo creo que este momento, en el que celebramos el IV Centenario de la muerte de San Camilo, aunque estemos preocupados por esta situación desagradable, también ella puede ser una ocasión providencial y una oportunidad que podemos aprovechar para examinar cuidadosamente nuestras motivaciones, purificarlas, y redescubrir la belleza que es seguir a Cristo abrazando el carisma camiliano. Estoy convencido de que el Señor no permitirá que nada suceda sin conceder una gracia especial a sus hijos.
Los enfermos y los que sufren, siempre numerosos, nos miran con gran esperanza y continúan ofreciendo sus sufrimientos por vosotros, para que siga enviando trabajadores santos a la viña del Señor. Ciertamente, cada uno de nosotros estamos llamados a comprometernos profundamente en una revitalización interior, teniendo siempre en cuenta los indicadores necesarios para una vida consagrada santa, un compromiso sincero en la vida de oración, en la vida comunitaria y en la vida ministerial.
Apoyándonos nuestra vida en estos pilares, no hay razón para perder la esperanza. Como afirma el Apóstol Pablo : "Estoy firmemente convencido de que Aquel que ha iniciado esta obra la guiará hasta su pleno cumplimiento”.
Queridos jóvenes, con valentía y entusiasmo, damos la bienvenida a los acontecimientos de este tiempo como un signo providencial que nos invita a recuperar la misión esencial de la levadura, fermento, signo y profecía, propios de la vida consagrada, y que estamos llamados a vivir y dar testimonio entre nuestros hermanos y hermanas que viven un tiempo difícil de sufrimiento.
Fijémonos en San Camilo! Él nos recuerda con insistencia: "¡Benditos! ¡Bienaventurados! Tenéis una buena ocasión de servir a Dios en la cabecera de los enfermos". Como él, silenciemos todo nuestro razonamiento para dejar espacio a las confidencias del crucificado: "¿Estás afligido o con miedo? Adelante, pusilánime, prosigue, que esta obra no es tuya, sino mía".
Querido joven, como dice la Instrucción Caminar desde Cristo: Un renovado compromiso de la Vida Consagrada en el Tercer Milenio (11), estoy seguro que la historia de la Iglesia es dirigida por Dios y que todas las cosas hacen bien a los que le aman. En esta visión de fe, aun lo negativo puede ser una oportunidad para un nuevo comienzo, si en ello reconocemos el el rostro de Cristo, crucificado y abandonado, que se hizo uno de nosotros, cargó con nuestras limitaciones y pecados, y cargó en su cuerpo con el madero de la cruz. ¡Sigamos adelante! Miremos el futuro con gran esperanza. En la historia de la salvación, la noche siempre tiene una misteriosa fecundidad.
Os encomiendo a todos bajo la intercesión maternal de María, la madre de “sí”, y le pido al Señor, el Dios que te llama, que te quiere para el “sí”, que el entusiasmo de vuestro primer encuentro se mantenga en la lucha de la vida cotidiana. Para todos los formadores, que por la acción del Padre y del Espíritu Santo, se esfuerzan en formar en cada uno de vosotros, los sentimientos de su Hijo, renuevo mi profundo agradecimiento.
Un gran abrazo a cada uno de vosotros y mi recuerdo continuo en la oración! P. Hubert GOUDJINOU
(Traducción: Francisco Javier Rodríguez)