
Ceniza como signo de fragilidad que en manos de Dios se convierte
Celebramos en San Camillo el miércoles de Ceniza, un tiempo especial para la Iglesia y para toda personas que comparte el carisma camiliano de cuidar a los enfermos.
Camilo de Lelis descubrió su misión al abrirse a la experiencia de conversión en la que se dejó mirar por Dios deseando "no más mundo". De la aceptación de su limitación y del amor de Dios que todo lo trasciende aceptó dedicar su vida a cuidar a los enfermos. El tiempo de Cuaresma nos evoca esta experiencia de Camilo de Lelis que tomó conciencia de su vida sin sentido y deseosa de ser saciada por el agua Viva que es Cristo. Una vida de aventuras que giró de centrar la mirada en sí mismo a mirar a los enfermos.
La cuaresma es entonces no un tiempo de luto, pero si de reconocimiento, no de tristeza, sino de interioridad que nos insta a colocar en nuestras agendas tiempo para la oración, el ayuno y la generosidad; un tiempo ilusionante para reforzar nuestra convicción de que el mundo puede ser un lugar mejor.
Nos colocamos en esta clave de oración en este tiempo, hagámoslo apasionante y provechoso; orientado a cuidar y enseñar a cuidar con más corazón en las manos. Situémonos cerca de los descartados y los más pobres, los que sufren soledad, aislamiento, creen que no valen o no sirven por estar enfermos, no son reconocidos en su dignidad; dejemos nuestras violencias y heridas personales para permanecer, cuidando, atentos, humildes participando de aquella Esperanza que no defrauda.