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24/11/14

Inauguración del XXVII Año Académico de Camillianum

El pasado miércoles, 19 de noviembre 2014, se celebró la inauguración del año académico del Camillianum (Instituto Internacional de Teología Pastoral de la Salud) en Roma. Leocir Pessini, Superior General de la Orden de los Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos) y Moderador general del Camillianum, en la homilía de la celebración eucarística ha recordado que el germen de la verdadera formación humana y teológica es la capacidad de interacción de los conocimientos (hecho cultural), sabiduría (aporte existencial) y discernimiento (capacidad progresiva de distinguir en la historia de todos los días lo que eleva y promueve al hombre de aquello que lo degrada).
Estos son los requisitos humanos e intelectuales para poder abrir las ventanas al Espíritu, dador de la permanente belleza, verdad y bondad, reparador de heridas y tensiones, que representa en nosotros la espléndida humanidad del hijo de Dios fuente permanente de inspiración y de crecimiento también para nuestra humanidad, que bajo ejemplo de San Camilo, estamos llamados a desarrollar y a vivir en la forma de un corazón que sigue latiendo en la realidad de las obras de nuestras manos. Pessini introduce la reunión académica dando las gracias al presidente, al secretario y al cuerpo docente del por la valiosa contribución que el Instituto ofrece en la formación de los religiosos, religiosas y laicos que trabajan a nivel pastoral en el mundo de la salud y de la enfermedad.
Plantea el proyecto de volver a editar, de manera actualizada, el Diccionario de Teología Pastoral, al ser una herramienta valiosa para aquellos que quieren poner en práctica su formación humana y teológica. Asimismo, propuso la idea de una comunidad académica en el camillianum a través de una mayor sinergia con otros centros universitarios, comenzando por la Universidad camiliana de Sao Paulo en Brasil.

Recuerdo al P. Francisco Álvarez

Señala también, con emoción, la reciente publicación de la tesis del P. Francisco Álvarez, religioso camilo - actualmente en delicado estado de salud - uno de los fundadores del Camillianum y durante muchos años profesor en el mismo instituto
Mons. Enrico dal Covolo, Rector de la Universidad Pontificia de Letrán – a la que se ha incorporado el Camillianum- ha realizado su intervención, en esta inauguración, tratando el tema: “Los primeros cristianos y la medicina, la atención y el tratamiento de los enfermos." Entre los aspectos esenciales de su exposición podemos resaltar: En los primeros siglos del cristianismo, respecto a la medicina laica, se ha ofrecido la imagen de Cristo "médico y medicina," terapeuta del cuerpo y del alma ("Cristo es remedio de inmortalidad" - especialmente en los Padres de oriente) en continuidad con los milagros de curación de los Evangelios, en la que Cristo aparece como el único autor de la curación y la salvación del hombre.
San Juan Crisóstomo compara los sacerdotes y los médicos: es una comparación que se convertiría en un clásico. Cómo el médico cura el cuerpo del hombre, así los sacerdotes con su palabra y su testimonio, elevan y sanan el espíritu humano.
Esta propuesta cristiana, se plantaba sobre la línea del dualismo gnóstico (espíritu vs. carne) que desprecia el cuerpo, la carne, y como tal también la medicina que cura el equilibrio de la biología del ser humano. Incluyendo alguna mística cristiana, que defendía una pedagogía de dolor humano, tal realidad fue reconducida con el fin de lograr un equilibrio saludable. Fue también latente en las comunidades cristianas de los primeros tres siglos, la práctica de la magia con fines terapéuticos y la curación (ver. La práctica de amuletos, la incubación de los pacientes en los lugares sagrados del paganismo). Así por ejemplo, al culto de Asclepio, los cristianos se oponen con el culto de santos taumaturgos, sin dinero,... los límites entre la medicina religiosa, mágica y laica se va difuminando poco a poco.. Sin embargo, en la gran iglesia -de los tres primeros siglos del cristianismo - la relación entre el cristianismo y la medicina parece mantenerse sólida y fructífera.
En oriente, la gran migración después de la conversión de Constantino (313 dC), los grandes movimientos de los peregrinos a Tierra Santa, el comercio a lo largo de las principales vías de comunicación habían dado lugar a la presencia de un gran número de hombres y mujeres expuestos a todo tipo de necesidades, incluso de naturaleza sanitaria. Nacen así los lugares destinados a la acogida y a la atención de estas necesidades. El hospital es en el IV siglo una de las grandes instituciones de la comunidad cristiana sobretodo en oriente. Se instituyen alojamientos para los peregrinos y viajeros, centros de acogida para los pobres y los enfermos crónicos, leprososarios, etc., Los fundadores de estas instituciones son los emperadores y emperatrices, clérigos, laicos y filántropos. El Obispo Basilio de Cesárea construye la ciudad de los enfermos y los pobres. Esta realidad dará lugar a otras formas más estructuradas de asistencia y cuidado.
Trabajan en los hospitales aquellos monjes que fueron atraídos por una aplicación más práctica de su vocación monástica (mayor sinergia entre mística / oración / contemplación y la práctica efectiva de la caridad): la asociación entre el monasterio y el hospital continuará durante mucho tiempo en la iglesia bizantina. En los primeros siglos cristianos la estrecha relación entre las comunidades y los hospitales cristianos nacen, crecen y se desarrollan principalmente en el oriente. No faltan los ejemplos ejemplos de la atención y de asistencia en Occidente: sin embargo, son el resultado de iniciativas personales de los creyentes y de los hombres y mujeres de la Iglesia (cfr. La actividad de Paulino de Nola). En Occidente, los hospitales siguen manteniendo el perfil de los sitios genéricos para la acogida de los pobres y peregrinos. Más tarde se asumirá la atención de naturaleza sanitaria
Para concluir es importante resaltar que la atención y asistencia sanitaria en esta época crece en sintonía con el crecimiento de la dimensión de la caridad de la comunidad cristiana (inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo, especialmente los más frágiles y los enfermos).