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14/08/18

Primer pensamiento que tuvo camilo de instituir la compañía

Mañana 15 de agosto, la Iglesia en el mundo celebra la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María al cielo, una fecha especial para los Religiosos Camilos, que recordamos que en la víspera de esta fiesta, un día como hoy 14 de agosto, pero de 1582, Camilo de Lelis tuvo la inspiración de crear un grupo de hombres piadosos y generosos, que no quisieran saber nada de salarios o compensaciones de ningún tipo, sino guiados y movidos únicamente por el amor a Dios y los pobres... “que los cuiden con el amor que tiene una madre para con su hijo único enfermo...”

 

Años después gracias a este pensamiento y por los sucesos que va generando el espíritu, nace la Orden de Ministros de los Enfermos, un grupo de hombres con corazón de madre, que ya no solo asisten en los hospitales sino que son capaces de entregar su vida en la atención a los apestados y en diferentes realidades de sufrimiento y exclusión donde descubren el rostro del mismo Cristo.

Cumpleaños de un pensamiento

1582. Es el año de la muerte de Teresa de Ávila. El año de la llegada de Mateo Ricci a China. El año de la reforma del calendario querida por Gregorio (Para hacer que salgan las cuentas respecto al antiguo calendario juliano, es preciso suprimir diez días.)

Pero el 1582 señala la fecha del nacimiento de un pensamiento. Es el 15 de agosto, fiesta de la Asunción. Durante la noche, Camilo vuelve a devanar el hilo de las acostumbradas consideraciones. Muchos se hallan satisfechos de lo que ha logrado en el San Giacomo. En poco tiempo ha conseguido imponer su impronta inconfundible de caridad en aquel ambiente. Se respira otro aire. Incluso el «espíritu» se ha elevado a niveles hasta entonces impensables.

Camilo Pasa largas horas de la noche velando a la cabecera de los enfermos graves y orando ante su Señor crucificado. Hace evaluación, ante Dios y ante su conciencia, de la marcha del hospital en los últimos años: lleva casi tres años de Director-Gerente, se ha hecho algo... bastante por mejorar el hospital, pero le parece poco, muy poco para lo que él querría. No encuentra, ya no se le ocurren medios para mejorar más aún el servicio, ha echado mano de todo. Sin embargo está seguro de que Dios quiere otros caminos; la dignidad de sus dueños y señores exige imperiosamente otra cosa, otro servicio; le parece que las cosas de Dios no pueden quedarse a medias. Camilo ora, medita y se interroga: ¿cuáles serán los nuevos caminos del Señor?

La respuesta se le ocurrió en una de sus velas nocturnas a los enfermos, el día 14 de agosto de 1582 - recordó siempre esta fecha -. Hace falta otro tipo de gente - se dijo - otros enfermeros, «hombres piadosos y generosos, que no quieran saber nada de salarios o compensaciones de ningún tipo, sino guiados y movidos únicamente por el amor a Dios, y a estos pobres... que los cuiden con el amor que tiene una madre para con su hijo único enfermo...» Sí... esta sería la solución. Y ¿cómo hacerlo? ¿Cómo organizar una compañía de enfermeros así? ¿Son sueños? Camilo se permite soñar... acaricia esta idea, que para él es luminosa. Pero, ya que se trata de servir a su Señor, de cumplir su voluntad soberana, a Él no le faltarán ciertamente medios para hacerla posible. Camilo se lanza, pues, a esta nueva aventura en el servicio fie1 a su Señor. Él, escondido en el enfermo, se lo merece, Él lo quiere y lo hará posible.

Busca enseguida compañeros que quieran compartir su idea; los encuentra entre sus mejores amigos y colaboradores, dentro del mismo hospital: Francisco Profeta, sacerdote siciliano, recién nombrado capellán del hospital; Bernardino Norcino, Curcio Lodi, Ludovico Altabelli y Benigno Sauri, estos cuatro, seglares que servían en el hospital. Todos ellos aceptan de buen grado el plan, porque conocen a Camilo, conocen bien su corazón y la pureza de sus intenciones, se fían de él. Comienzan a reunirse por la noche, concluido su trabajo habitual, en un pequeño oratorio presidido por un hermoso Crucifijo. Puesto que lo que los mueve es la fe, sus reuniones son siempre de oración y reflexión, de diálogo libre y fraterno... se alegran de compartir un ideal grande, que los atrae poderosamente, dan gracias a Dios por esta inspiración y le piden que sepan cómo realizarlo. En la voz y en la fuerza del ideal que se proponen, reconocer la llamada de Dios y quieren disponerse a responder humilde pero firmemente a esa llamada. La oración del grupo es intensa, confiada y gozosa.

Pasaron... dos años y el grupo de los seis seguía compacto. Firme con sus reuniones, cada vez más firme y unido en sus ideales y llevando a la práctica de uno u otro modo lo que ante Dios reflexionaban y oraban. No molestaban a nadie y mejoraban su servicio al hospital.

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