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08/11/16

"La dimensión profética del carisma camiliano en el mundo de la Salud"

Compartimos un breve resumen de la reflexión del P. Frank Monks, anterior Superior General de la Orden (2001-2007), que realizó el día 5 de noviembre en el encuentro celebrado los días 4, 5 y 6 de noviembre de 2016 en la Casa General de los Religiosos Salesianos de Roma.

La dimensión profética del carisma camiliano en el mundo de la Salud

La mayoría de los capellanes del hospital conocen su trabajo y cómo hacerlo. La mayoría de nosotros sabemos que podríamos y debemos ser mucho mejores en lo que estamos haciendo como capellanes, podemos aprender más y ser enriquecidos por nuevas ideas. No se puede enseñar cómo ser un capellán del hospital, pero ciertamente se puede ayudar a ser más eficaz a través de un mayor autoconocimiento y conocimiento de las ciencias humanas. Creo que estos días juntos deben caracterizarse por compartir honestamente la realidad, las dificultades, los desafíos que en al final es lo que nos ayuda a seguir adelante. Así que espero poder ser auténtico en esta presentación, mientras reflexiono sobre mi propia vida y mi motivación a la luz de la realidad que veo en este momento, en la historia de la Orden y en mi propia provincia.
Uno de los primeros retos que se presentan al capellán de hoy son las diferentes culturas y los sistemas sociales en los que está desempeñando su ministerio. Ante esta realidad está llamado a ser profeta, es decir, hablar en nombre del Señor, allí donde sea necesario. Nunca debemos olvidar que el ministerio del capellán debe tener siempre una fuerte dimensión de la evangelización.
Otro importante desafío es la dificultad de "vivir" la fe hoy. El arzobispo de Dublín, Dermot Martin, señaló que "la fe es ahora un idioma extranjero" en un mundo altamente secularizado; por lo tanto tenemos el compromiso de ser profetas en mundo en constante cambio, dejándonos confrontar con estas realidades que resultan incluso hostiles.
La secularización, no obstante, parece no haber dado lugar a un total desconocimiento del hecho religioso: pide su autonomía, pero no necesariamente rechaza el mensaje cristiano, ni el discipulado.
Hay varias maneras para el cristiano de hacer frente a la secularización: o bien con absoluta hostilidad o adaptándose de alguna manera asumiendo de manera acrítica las propuestas y los lenguajes. Frente a estos fenómenos culturales y sociales es necesario comportarse como Pablo con los atenienses: dándose cuenta, dentro de su escepticismo, de su sed de espiritualidad.
Uno de los problemas más graves, que a su vez plantea desafíos, el de enfrentarnos a la incapacidad para ver y dar sentido a la propia vida. Y en esto podemos ser verdaderamente "la voz de Dios."
La repetida exhortación del Santo Padre a "no tener miedo mostrar ternura "es bastante inspiradora y muy profética: La ternura es misericordia, delicadeza, alegría, gracia, maravilla. "Solamente la ternura cambiará el mundo". Nuestro bautismo nos habilita para la evangelización: nos permite comunicar la "buena noticia", es el sello de la ternura y de la misericordia del Señor. Nos encontramos en una situación difícil, sin embargo como nuestro fundador San Camilo, no debemos perder el valor.
Ahora bien, ¿qué significa ser profetas hoy? Significa hablar (del Señor) a un público que probablemente no quiere escuchar: es por eso que tenemos que recurrir a una herramienta poderosa, el carisma dado por el Espíritu a San Camilo. El carisma, como lo indica la misma palabra, es un regalo, una "experiencia del Espíritu" que el fundador transmite a sus discípulos. Tenemos que utilizar esta herramienta sin nostalgia por un pasado irrepetible, pero con la misma radicalidad "revolucionaria" del Fundador.
La Iglesia tiene necesidad de nuestro carisma porque es un don de Dios a su pueblo: comunicando el amor apasionado de Cristo por los que sufren, siempre en el centro de la vida y predicación del Salvador. Para Camilo, a lo largo de su vida y su ministerio, Cristo estaba en el centro; era una "llama" que siempre ha estado encendida, una llama en la que ha sido "consumido".
Por tanto, podemos hablar de una espiritualidad camiliana, cuyo centro se encuentra en un simple pero fundamental descubrimiento: soy un pecador amado por Dios; y esto debe ser proclamado con la palabra y con las obras. Podemos decir que la espiritualidad camiliana es la espiritualidad de lo ordinario, lo cotidiano. Es la "espiritualidad de la encarnación". Nos hace descubrir la presencia del Señor en la historia, en los signos de los tiempos. Descubrimos que es el mismo compromiso con los pobres, con los que sufren lo que nos sostiene.
La espiritualidad camiliana requiere un fuerte sentido de misión y de colaboración: lo que se hace juntos es "mejor". La espiritualidad camiliana es una "espiritualidad adulta", centrada en la persona, en el individuo que no debe ser masificado.
¿Qué tipo de preparación es necesaria, entonces, para responder a esta realidad? No se trata de obtener solo conocimientos teóricos, sino más bien un camino de mirar la propia interioridad, ser conscientes la propia vulnerabilidad, sin subestimar la formación espiritual que como cristianos y como camilos tenemos que cultivar. San Camilo ha sido un excelente ejemplo de cómo la Gracia ha estado trabajando en la naturaleza del hombre, dándole la verdadera libertad de los hijos de Dios. Y es esta libertad la que nos hace profetas.
Conocer, amar y servir son los tres verbos que distinguen el ser religiosos de la Orden de San Camilo” así como la vida de los bautizados. Como San Camilo, que fue un "hombre de mundo" y se convirtió en el "hombre de Dios" nosotros también podemos seguir su propio ejemplo.
Frank Monks, MI