Actualidad


23/03/12

El envejecimiento en la vida consagrada: Una mirada diferente, nuevos horizontes.

El envejecimiento en la vida consagrada, especialmente en Europa, es un hecho evidente, con una gran incidencia en el presente y en el futuro de las congregaciones religiosas.
Un fenómeno ciertamente complejo que puede y debe ser afrontado desde diferentes perspectivas. Visiones estrechas y reduccionistas pueden cargar de tintes negativos la última larga etapa de la vida de hombres y mujeres consagrados, llamados, hasta el final, a caminar hacia la plenitud. Por tanto a seguir enganchados a la misión y caminando hacia la plenitud.
Desde hace más de quince años los religiosos camilos, especialmente a través del Centro de Humanización de la Salud, vienen impartiendo cursos, jornadas y conferencias sobre este tema a congregaciones religiosas masculinas y femeninas de toda España y también en el extranjero. Cada año suman cientos los religiosos que participan de esas iniciativas. Las temáticas desarrolladas, normalmente a petición de las congregaciones, de las CONFER o bien de otras instituciones, dentro de la variedad de intereses, tienen siempre un denominador común: ayudar a los consagrados a vivir saludablemente la última larga etapa de la vida y a acompañar y atender a los religiosos mayores ancianos.
La última jornada impartida ha tenido lugar en Zaragoza el día 17 de marzo. En ella han participado 45 religiosas Escolapias. El tema desarrollado por el P. Francisco Álvarez, Provincial y experto en la materia, tenía como título “Envejecer en la vida consagrada. La salvación ofrecida bajo forma de salud espiritual”.
Salvo casos de deterioro mental cognitivo grave, la calidad última del envejecimiento no viene dada por el cuerpo y por cuanto en él sucede, sino por la posibilidad (que es gracia y conquista) de vivir una razonable salud espiritual. La salud, por tanto, que no muere con el individuo, la camina sobre las alas de libertad, del vivir despiertos, de las relaciones significativas mantenidas, de la capacidad de amar, de la vivencia del sentido total de la vida, de la entrega confiada a Dios.