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18/02/13

CONFER muestra su agradecimiento a Benedicto XVI

¡¡Gracias, Santidad!!

Junto al sentimiento de pesar por los motivos de la renuncia del Santo Padre, los religiosos y las religiosas españoles queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento por el “gesto profético”, que ella significa. Aunque su delicada salud era cada vez más patente, la renuncia de Benedicto XVI al ministerio de Obispo de Roma, ha causado en todo el mundo una enorme sorpresa; nadie seriamente se atrevía a predecir una decisión de esta importancia para la vida de la Iglesia, como él mismo ha indicado. Una decisión tomada en la intimidad de la conciencia delante de solo Dios, de quien ha recibido la misión, con un profundo sentido de responsabilidad eclesial, mirando con gran libertad de espíritu, lo que es mejor para la Iglesia, cuando siente que las fuerzas disminuyen y se debilita el vigor corporal. Una decisión que engrandece su figura de Pastor, que sabe anteponer el bien de la Iglesia a cualquier otra consideración. Pero un gesto que habla también de humildad y de profunda humanidad al reconocer y aceptar que “ya no tiene fuerzas para ejercer adecuadamente su ministerio”. Nuestro agradecimiento por lo que sus palabras y cercanía pastoral han significado para la vida religiosa en estos años de su Pontificado. Ha sido frecuente su gratitud y confianza de Pastor de la Iglesia universal hacia la presencia de la vida consagrada en la misión de la Iglesia. La misión es el modo de ser de la Iglesia y, en esta, de la vida consagrada. Así el pasado día dos en la homilía de la Jornada de la Vida Consagrada: “vosotros cooperáis a la vida y a la misión de la Iglesia en el mundo”; expresión que recordaba aquellas otras a los Superiores y Superioras Generales “agradeciendo vivamente todo lo que hacéis en la Iglesia y con la Iglesia a favor de la evangelización y de la humanidad” y aludía con especial delicadeza a los religiosos “que sufren por testimoniar el Evangelio” (26.11.2010). Nuestra gratitud por sus afirmaciones claras sobre la razón de ser y el sentido de la Vida Religiosa en la Iglesia. De nuevo el pasado día dos nos advertía no escuchar las voces de los “profetas de desventuras que proclaman el fin o la sin razón de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días”. Palabras semejantes tuvieron una especial relevancia en unos momentos en que estas “profecías” salían de algunos sectores de la misma Iglesia: “La vida consagrada tiene su origen en el mismo Señor…por eso nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia: fue querida por el mismo Jesús como parte inamovible de su Iglesia…es un bien para toda la Iglesia, algo que interesa a todos…por eso la promoción de las vocaciones a la vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, religiosos y laicos” (5 noviembre 2010). No podemos dejar de recordar en este momento de agradecimiento a Benedicto XVI, cómo definió nuestra identidad; posiblemente unas de las más bellas y profundas definiciones de los consagrados: “sois por vocación ‘buscadores de Dios’ y añadía, “buscáis lo definitivo, buscáis a Dios, mantenéis la mirada dirigida a Él”. Indicaba así el testimonio sencillo y humilde de unos hombres y unas mujeres que han hecho de sus vidas, por vocación, una “búsqueda” de Dios; buscan a Dios porque buscan las cosas que permanecen, las cosas que no pasan; buscan a Dios para encontrar y servir a sus hermanos. Lo buscáis, nos decía el Papa, en los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en los pobres, en la Iglesia, en la Eucaristía y en la Palabra. Y concluía con unas palabras síntesis de afirmación y exhortación: “Sois siempre apasionados buscadores y testigos de Dios”¡¡ (26.11.2010). Animó a la vida consagrada en su entrega y seguimiento radical a Jesucristo, a caminar en la fe y en la esperanza, en medio de las dificultades, como querida por el mismo Señor para “la edificación y santidad de la Iglesia”. Nos propuso horizontes amplios para una misión sin fronteras, y metas de exigencias evangélicas: “es el evangelio vivido cada día lo que da encanto y belleza a la vida consagrada y la presenta ante el mundo como una alternativa fiable…esto es lo que espera la Iglesia de vosotros: ser evangelio viviente”. Volvía sobre este argumento en la bellísima homilía de la pasada Jornada de la Vida Consagrada, recordando algo tan esencial en nuestra identidad: “saber reconocer la sabiduría de la debilidad” y un poco después: “En la sociedad de la eficacia y del éxito, vuestra vida, marcada por la “minoría” y por la debilidad de los pequeños, por la empatía con aquellos que no tienen voz, se convierte en un signo evangélico de contradicción”. En estos momentos, conmovidos y fortalecidos por su testimonio, ¡Gracias, Santidad!
Elías Royón, S.J. Presidente de CONFER.